Gracias por tanto: este camino continúa, aunque con otro ritmo
Gratitud

1. Un viaje compartido desde el alma

Hoy me nace escribir desde la gratitud más profunda. Han sido años de entrega, de presencia, de sostén mutuo… A todas las almitas y personitas preciosas con las que he compartido este sendero de yoga, solo puedo decir: gracias. Gracias por confiar en mí en cada clase de hatha, de kundalini, de yoga terapéutico. Gracias por estar, por mostraros con honestidad, por respirar juntas.

Cada sesión ha sido un acto de amor, un encuentro sagrado. He sentido un inmenso placer y una profunda dicha al poder acompañaros en este viaje de cuerpo, mente y alma.


2. Talleres que han dejado huella

Los talleres de meditación con cuencos, los baños de sonido, el yoga facial, el yoga para embarazadas y para peques… Cada uno ha sido mucho más que una actividad: ha sido un ritual de conexión, un espacio de cuidado y expansión.

He vivido cada encuentro como un regalo, y me siento afortunada por todo lo que juntas hemos creado. Me llevo aprendizajes, momentos mágicos, y sobre todo, un amor muy real.


3. No es un adiós, es un nuevo pulso

Aunque mi camino me lleva ahora a dar clases de yoga en Palma de Mallorca —mi lugar de origen, donde deseo seguir creciendo y creando—, mi vínculo con Donostia no desaparece.

Mi corazón sigue latiendo aquí, en esta tierra que me ha acogido, nutrido y transformado.

Mi presencia será diferente, quizás más espaciada, pero no ausente. Seguiré ofreciendo encuentros, tal vez una vez al mes o cada dos meses, aún está por definirse. Lo que sí sé es que no me despido. Solo cambio el ritmo, pero la danza continúa.


4. Un lazo tejido con confianza y amor

Este camino me ha permitido encontrar personas bellas, sabias, generosas. Muchas de vosotras os habéis convertido en vínculos del alma, en amistades que me llevo dentro. Hemos reído, llorado, sanado y crecido juntas.

Este lazo, tan honesto y tan humano, es lo que más valoro de todo este recorrido. Lo llevaré conmigo a donde vaya. Y, cuando regrese, sé que el reencuentro será como si nunca nos hubiéramos separado.


5. Un trabajo que no es trabajo: es servicio, es amor

Siempre he sentido que esto no es un trabajo como tal. Es un acto de servicio desde el amor, un guiar desde el recordar. Recordar quiénes somos. Recordar nuestra luz, nuestro poder, nuestra paz.

Gracias, gracias, gracias a la vida por permitirme hacer lo que amo. Gracias por haberme dado la oportunidad de servir a través del yoga, de la presencia, de la escucha y del arte.

Gracias por tanto compartido, tanto sentido, tanto vivido. Este es un ciclo que se transforma, pero no se cierra.

Nos seguiremos encontrando, desde el alma, desde el corazón.

Con amor, siempre.

Ruth


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